jueves, 26 de febrero de 2009

Don Gato, dos generaciones y contando


“Apúrale, apúrale, que ya va a empezar Don Gato”, le decía a mi mamá todos los días al salir del kinder. Era 1984 y lo único que recuerdo que me importaba en la vida era jugar y estar listo frente al televisor cuando apareciera la cortinilla que anunciaba a Top Cat, sí, Don Gato y Pandilla.

Hoy, 24 años después de aquella remembranza, sonrío al meditar sobre esa magia que tenían los dibujos animados de Hanna-Barbera. Historias de gatos de un callejón de Manhattan, azuzados durante solamente 30 capítulos por un policía y, en ocasiones, por las malas jugadas del destino.

¿Qué es un a juma juma, nuca nuca, apa huapa?

Benito Bodoque, Panza, Espanto, Demóstenes, Cucho y Don Gato tienen ganado un lugar en el corazón de dos generaciones. Pero ¿cuál es la razón de que ésta serie haya traspasado la barrera del tiempo?, tanto, que 48 años después de su primera aparición en la cadena ABC de los Estados Unidos, en México la seguimos recordando con cariño, y viendo de vez en cuando por las mañanas en Canal 5.

La respuesta puede tener varias vertientes, pero me inclinaría en este momento por la principal: el doblaje. Y aquí hay que darle el crédito a dos personas, Julio Lucena, quien daba vida a la voz de Don Gato, y el maestro de maestros en doblaje de películas, series y cientos de caricaturas, don Jorge Arvizu “El Tata”.

Esta mancuerna logró darle una identidad mexicana a la serie. La “tropicalizó”, la pulió y le dio a cada personaje un perfil. Las voces originales en inglés varían mucho de lo que fue la serie en México.

Para empezar, los nombres eran distintos; Top Cat, Don Gato; Choo choo, Cucho; Fancy, Panza; Spook, Espanto; The Brian, Demóstenes; Benny The Ball; Benito Bodoque.

Este último posee en la versión estadounidense una voz de gángster, muy grave y por momentos aguardentosa. ¿Quién lo hubiera imaginado?, pues nuestro Benito cobra vida en un gatito con voz chillona, tierna, inconfundible. Ahí la inteligencia de Jorge Arvizu de darle un giro de 360 grados al personaje. Lo mismo ocurre con Cucho, un gato con acento yucateco que pide para comer panuchos y papadzules.

Y como antagonista, queda la memorable intervención de Victor Alcocer en la voz del oficial Carlitos Matute, cuyo apellido real era Dibble. Inclusive, pocos saben que el actor David Reynoso llegó a suplir en algunos capítulos a Víctor Alcocer.

En una entrevista concedida en el 2004 al periodista Juan Carlos Cortés, que entonces laboraba para El Universal, “El tata” comentó: "Una vez visité los estudios donde se hacen estas series, las de Hanna y Barbera, para ver cómo se hacían las animaciones y los señores Hanna y Barbera me dijeron que series como Los Picapiedra y Don Gato, a ellos les gustaban más en español que en inglés”

Y, en el caso de particular de Benito apuntó: "Yo sentí que le iba más a su cuerpecito, parecía un chamaquito, le quedó muy bien, por eso los de Hanna-Barbera decían que les gustaba más en español."

"Desaparezcan muchachos", "vamos muévanse".

Don Gato era un maestro de los azares de la vida. Sabía jugar al póker, apostar en los caballos, jugar billar, boliche, declamar poemas de amor, organizar rifas, bailes de beneficencia y era excelente actor. Todo un maestro del engaño.

Pero, todo esto nunca fue suficiente para conquistar el sueño que siempre buscó: ganar un millón de dólares. El sueño americano estuvo siempre presente en la vida de la pandilla. Y varias veces estuvieron cerca.

Me pregunto, porque el narrador de la emocionante carrera caballos tuvo que decir segundos antes de cruzar la meta que será un final de fotografía, lo que provocó que Arabela detuviera el encarrerado galope, pestañeara coquetamente y con ello se perdiera toda ilusión de ganar. O cuando el Maraja de Pocajú le entrega en su mano los diamantes a Don Gato, y este los tira al mar creyendo que aquel hombrecillo con bigote tipo Pedro Infante era un impostor.

Quién no recuerda la frase “tu instrumento es la escoba”, cuando Don Gato desaira al barrendero italiano del callejón, que resultó ser Laslo Lozla, el violinista prodigo que Matute descubrió en un disco, y cuando todos pensaban que era Benito el que tocaba (hasta unos guantes de box le compraron para proteger las manos).

¿Qué clase de karma estaría pagando Don Gato? Acaso sería la irrespetuosidad de contestar y hacer mal uso del teléfono de Matute, o de engañar a sus socios al tener cinco ases en una partida de póker.

Pero también los buenos sentimientos afloran en la serie. Como la amistad y el apoyo entre amigos. Como ejemplo, está el capítulo de cuando se le ayuda a Benito para que su mamá crea que su preciado hijito es nada menos que el alcalde de Nueva York. En ese episodio Espanto se juega la vida tirándose en la acera para impedir que los coches atraviesen el puente de Brooklyn, con tal y que “mami” lo inaugure.

El lanzamiento en DVD de la serie completa en 2005, sin duda hizo feliz a miles de fans en todo el continente. En televisión, hoy en día Don Gato puede verse en los canales de cable Cartoon Network y en Boomerang en Hispanoamérica.

Lo cierto es que quienes lo veíamos cuando niños, llevamos en la memoria colectiva un grato recuerdo de estos seis gatos de un callejón, dónde más, sino en Nueva York.

MIS MOMENTOS INOLVIDABLES ¿CUÁLES SON LOS TUYOS?
*Benito cantando “Alo Hawaii, Alo Hawaii, a nuca nuca, juma jumam jaaa, cha, cha cha”
*La carrera de Arabela y benito tocando la campana
*Cuando Marbo, el changuito astronauta, llora al recordar a su familia en África
*Los rayos X que evidencian que Benito tiene en la panza un diamante, detrás de un sandwich de jamón y un huevo duro
*La Pandilla cantando “Cucho está cantando yaa, Cucho está cantando en faa, Cucho viene a dar su amor, a Mimosa que es todo un pri-mor
*El “sufro, sufro, sufro” de Demóstenes
*El grito de “¡soooo caballoooo, soooo sooooo!

http://www.youtube.com/watch?v=IFC4jEohbZE